
El cubículo rodeado de espejos, de poco más de un metro cuadrado y que colgado de un hilo, nos ahorra cantidad de escaleras se llama ascensor. Gracias a él, la televisión y los productos precocinados, ya no se ven tantos cuerpos Danone por la calle.
Pero eso no es lo peor de los ascensores, sino la encerrona en que se convierten con la compañía de un mal vecino. Y es que están los alcahuetes, los que llevan perro (con los cuales no comparto mi viajecito), las que llevan demasiada colonia de Pachuli, los que huelen a puro barato y los que se sienten incómodos con el silencio y acaban hablándote del tiempo.
No sé por qué le resulta a la gente tan incómodo el silencio en un ascensor. A mí no me importa subir callado. Creo que no es necesario abrir la boca si no tienes nada interesante que decir. Pero claro, es que hoy hace tan buen día…
Naturalidad es lo que falta en nuestra sociedad, y no tanto figurante de postín que haciendo muecas y marcando posturitas, se alimentan de la hipocresía general. Así no hay quien madure, y así les va a algunos que conozco yo, que le dan más importancia al “qué diran” que al “qué es lo que está bien”. Pero bueno, esto es algo de lo que se podría hablar largo y tendido… que pensándolo bien, igual se lo comento a algún vecino a ver que opina, un día de estos, subiendo en el ascensor.
Pero eso no es lo peor de los ascensores, sino la encerrona en que se convierten con la compañía de un mal vecino. Y es que están los alcahuetes, los que llevan perro (con los cuales no comparto mi viajecito), las que llevan demasiada colonia de Pachuli, los que huelen a puro barato y los que se sienten incómodos con el silencio y acaban hablándote del tiempo.
No sé por qué le resulta a la gente tan incómodo el silencio en un ascensor. A mí no me importa subir callado. Creo que no es necesario abrir la boca si no tienes nada interesante que decir. Pero claro, es que hoy hace tan buen día…
Naturalidad es lo que falta en nuestra sociedad, y no tanto figurante de postín que haciendo muecas y marcando posturitas, se alimentan de la hipocresía general. Así no hay quien madure, y así les va a algunos que conozco yo, que le dan más importancia al “qué diran” que al “qué es lo que está bien”. Pero bueno, esto es algo de lo que se podría hablar largo y tendido… que pensándolo bien, igual se lo comento a algún vecino a ver que opina, un día de estos, subiendo en el ascensor.
Publicado por Pedro Aril