De ese modo, además de los papeles protagónicos de Jorge Arturo Lora, Alejandro Molina y Pablo Fernández, también participan en papeles secundarios Elina Laurinavicius, Vanessa Fornasari -asistente de dirección- y Mario Chávez. La fotografía estuvo a cargo de Juan Eduardo Serna; la producción de campo de Inge Sterling; la dirección de arte de Cindy Rivero; de sonido, Berty Bracamonte; el director de edición, Dennis Gil y el montajista Uri Carrasco.
¿Con qué actitud debe acercarse el público a ver esta nueva propuesta del cine nacional?. Jorge Sierra señala que no por un apoyo benévolo con matiz de beneficencia. Al contrario, “al cine boliviano hay que criticarlo, juzgarlo, admirarlo, respetarlo u odiarlo como a otras películas del mundo. Si el de El Ascensor te pareció un buen trailer o un buen spot y te atrapó, entonces andá a verla”, lanza un reto. Pero, además, Sierra se juega por la obra de su equipo y señala: “Es un trabajo bien pensado, con un nivel de estética al nivel de cualquier película de Hollywood, Europa o Sudamérica, que compitió consigo misma para seguir mejorando”.
¿Cómo coincidió BolAr con Tomás Bascopé y su historia “El ascensor”?
BolAr se fundó con la idea de hacer cine alguna vez. Estábamos trabajando en un proyecto muy grande de Vanessa (Fornasari) y mío, “Ciudad Santa”, que integra cinco películas en una saga sobre cinco novelas y 25 comics. Pero, apareció Tomás Bascopé con su historia que me contó y cautivó de forma anecdótica. Me llamaron para hacer un documental de la ONU en Monteagudo. Por ocupaciones previas yo estaba destruido, llevaba 30 horas sin dormir, pero no podía rechazar un trabajo de un cliente importante. Tomás me acompañó como asistente. Llegamos al cruce de Monteagudo y le pedí que conduzca para poder descansar. Pero, él no sabía conducir. Al no quedar otra opción, le dije que me debía charlar hasta que lleguemos para no peligrar en el camino lleno de precipicios. Durante las cinco a seis horas de viaje siguientes me contó y conversamos su idea de El Ascensor. Hice mis aportes y le di a Tomás dos meses para que escriba su historia. En enero de 2008 ya estaba escrito el primer guión, si bien le faltaba trabajo, ya olía a éxito. Con seis tratamientos y el apoyo de muchos profesionales que BolAr Producciones dispuso para Tomás, él consiguió un guión impresionante. Ante eso decidimos empezar con “El ascensor”.
¿Qué recursos físicos y técnicos particulares exigió la producción de la película?
Si bien pensamos en conseguir un edificio viejo que tenga un ascensor, finalmente dijimos ‘hagámoslo bien’ y decidimos construir el ascensor. Cindy Rivero se encargó de construirlo ¡de hierro de verdad!. Pesó tres toneladas, midió tres metros, completamente desmantelable, con todas las funciones estandar de un ascensor normal. Para complementar las dificultades técnicas y hacer el registro de imágenes en túneles, Dennis Gil hizo una réplica virtual en 3D idéntica al ascensor físico. Con este recurso hicimos tomas espectaculares del túnel, de los cables, de las caídas y las subidas del ascensor... Todo, teniendo en cuenta que es una película 80% grabada dentro del ascensor. Por ende, era muy importante identificar todas las alternativas de dinámicas posibles para que el público pueda entrar, salir, moverse y asustarse.
¿Qué cualidades tiene esta historia de Tomás Bascopé para “oler a éxito”?
La historia sumerge a Bolivia en el ascensor. Cada personaje identifica a gran parte de la población. “El ascensor” es lo que Bolivia ahora, un espacio de convivencia, nadie sale de ahí y si no llegan a un acuerdo, lo que se avecina es el desastre. Dos personas asaltan a una tercera de clase alta para robarle dinero y al meterla al ascensor, los tres quedan atrapados en el 12avo. piso. Es carnaval y un edificio ejecutivo al que nadie irá hasta pasados los tres días de fiesta. Las tres personas, que no se conocen, tienen que sobrevivir con un par de botellas de soda, una lata de energizante, whisky y papas fritas. Dependerá de cómo logren relacionarse para sobrevivir y sobrellevar tres días en los que va a haber llantos, mentiras, discusiones, violencia, sangre. Todo sucede en el ascensor y a pesar de ello, es una película de acción.
¿Cómo valora el debut de Tomás Bascopé como director, además de como guionista?
Siempre vi en Tomás una persona capaz. Es un tipo loco, muy bohemio, pero muy apto para dirigir porque tiene las herramientas humanas. Está listo para generar grandes cosas. Como BolAr Producciones vimos esa capacidad, aparte del buen guión. También vimos las falencias técnicas que podía tener, por eso las cubrimos con un buen equipo de profesionales. El trabajo del sonidista, la banda sonora, el uso de 3D, la fotografía son impresionantes. Tomás tuvo en quiénes apoyarse y generar un buen producto.
¿Cómo es la música que creó So Myung Jung para la banda sonora?
BolAr es la primera productora que hace un casting nacional de bandas. Entre un centenar de propuestas de Santa Cruz, La Paz, Cochabamba, Tarija y Potosí fue el cruceño So Myung Jung el ganador. Nos alegró ver tantas bandas y nos entristeció saber que hay tanto talento no escuchado. El director decidió que el sonido de la película le pertenecía a la música de So Myung y respetamos eso. Es un trabajo bien planteado, el que mejor calzaba en el ritmo de la película.
Háganos un repaso por la presencia de los tres actores protagonistas...
Pablo Fernández (Héctor) interpreta a un arquitecto que maneja mucho dinero, tiene en el bolsillo las concesiones buenas y malas de esta ciudad, se preocupa por su imagen y por lo que le puede facilitar el celular en los negocios. Con este papel, Fernández (comediante) da un giro al drama, presenta un perfil absolutamente oscuro, violento y con muchas mañas.
Jorge Arturo Lora (Carlos), es de clase media baja, derrotado, con una crisis familiar, inestable, inteligente y con gran deseo de venganza. Es uno de los que ejecuta el asalto. Lora trabaja en ello desde su adolescencia. En cine participó en “Dependencia sexual” de Rodrigo Bellott, dirigió “Promo” y actuó en “Guerrilla” dirigido por Steven Soderbergh. Alejandro Molina (Johnny) interpreta lo último de la escala social, representa a un hombre de occidente radicado en Santa Cruz cuyo logro más grande es haber sido taxista. Estuvo en la cárcel y contratado por Carlos, asalta a Héctor. Molina es uno de los mejores actores de teatro del país. “El ascensor” es su primera película. No cabe duda de que su participación es la gran sorpresa.
¿Con qué recursos se produjo la película?
“El ascensor” se hizo íntegramente con fondos privados. Parte del dinero lo puso BolAr Producciones y el resto lo puso el empresariado. No lo hicimos con el gobierno, prefecturas, municipios, ni alguna fundación porque sabemos lo complicado que es que las autoridades apuesten a la cultura, y porque no queríamos que absolutamente nadie, condicione el contenido de la película. La empresa privada supo respetarlo. Unas 70 empresas en Bolivia fueron convocadas a participar. Me hice experto en vender Fridositas y en comerlas.
Cuéntenos sobre aquella parte de la producción ejecutiva que el público no llega a ver...
Nos tocó comercializar la película en un momento muy duro del país cuando se estaban tomando, nacionalizando las petroleras que eran las que más auspiciaban. Optamos por el camino de las empresas privadas. Se invirtieron 1.500 dólares en carpetas para presentar el proyecto a empresas. Finalmente 15 nos escucharon y creyeron... no apoyaron. Detesto esa palabra porque el arte no se apoya, se fomenta.
¿Qué sensación queda hoy en BolAr?
Todavía falta la parte más piedruda, que es el estreno. Hemos visto la película y no cabe duda de que va a gustar por el nivel de ritmo, de imagen y estética que tiene. Estamos más que satisfechos por haber cumplido nuestras metas un poco a destiempo, pero a cabalidad en el marco de los números, en haber cumplido con nuestro personal. Sólo nos falta cumplir con el público que espera ver “El Ascensor” con expectativa.